Arquitectura y la capilla

 

La religion es el motor del mundo:. Algo trivial, pero cierto, manda nuestros creencias, nuestros códigos morales. Nuestra conducto, e incluso: nuestros espacios. A nosotros o nos gusta buscar relacione  sobre lo que hacemos en el mundo espacio y como este se ve, y por ende, cuando se trata de hacer edificios espirituales, las ideas siempre son fuera de este mundo. Se busca representar esa grandeza de la divinidad por lo que no es sorpresa. Que los templos o lugares de odoracion se convierten en propulsores para el desarrollo arquitectónico. Pues en busca de hacer algo fuera de este mundo. Digno para un dios, hemos 

La catedral estuvo presente desde siempre que el hombre ha podido construir espacios, pero las catedrales que nos vienen a la mente no se parecen probablemente a como estas se veían en esos momentos. Edificio de piedra, sin muchas ventanas, y bajitos, no demostraban la grandiosidad de las deidades que proclamaban y ahí es donde se empieza a retar a los trabajadores, queremos paredes altos y grandes muros; en tiempos donde se trabajaba con piedra, entonces se invertarom los arbotantesx, las bóvedas de cruceria, se empezó a usar repetidamente el arco, y esos espacios pasaron de unos pobres, a obras magníficas que admiramos 

Es interesante como dos de las obras de las que se habla son maravillas arquitectónicas, hechas por razones religiosas en diferentes tiempos. Y como aunque no luzcan parecidas, el Partenón y la iglesia de la cópula muenstran una grandeza. Una grandeza que creo que es interesante, por que cuando el ser humano se reta; cosas mas alla de lo habitual pasan

La religión ha sido una fuerza impulsora en la historia de la humanidad, moldeando nuestras creencias y motivando el desarrollo arquitectónico. Ejemplos como el Partenón y la Basílica de San Pedro demuestran cómo la devoción espiritual puede llevar a la creación de maravillas arquitectónicas. Estas construcciones no solo reflejan la fe, sino también la creatividad y la capacidad humana de superar desafíos. En definitiva, la intersección entre religión y arquitectura muestra nuestro deseo de alcanzar lo sublime y lo trascendental.