Un impacto cultural 



      A lo largo de la historia, ciertos edificios han marcado un antes y un después en el diseño arquitectónico global, y estos son un reflejo de la belleza y deficiencia de la arquitectura, alguien que tiene su poder. Desde el pabellón de Barcelona a un hotel de super lujo en Abu Dahbi o el Georges Pompidou Centre en Francia. Cada uno muestra las necesidades artísticas o sociales del entorno en el que fueron creados y resaltan como algo nuevo o opulento. De igual manera, el contexto socioeconómico en el que fueron creados muestra a la arquitectura como un arte regido por el tiempo y también el mejor postor. Este tipo de proyectos son a menudo el resultado de la interacción entre una visión arquitectónica audaz y el deseo de los gobiernos y las entidades privadas de dejar un legado perdurable. 

 

       El pabellón de Barcelona nos sirve para ejemplificar algunos conceptos interesantes de la arquitectura moderna. Como una obra temporal, su impacto fue tan efectivo por su simplicidad y diferencia a fenómenos de la época, cosa que podemos decir igualmente de Pompidou Centre en Francia, cuya arquitectura industrial resalta en las visiones de la antigua Francia. Pero es esa contraposición la que me resulta interesante. Todos estos edificios se consideran modernos, pero, ¿qué denominamos moderno? Resulta que, al final, solo es un estilo diferente al resto, uno que no cumple con la normalidad visual de alguna área, pero funciona para una función central en la zona en la que está. Hay algo de magia en lo diferente. En el caso del pabellón de España, más que un edificio, es la demostración de una idea; sin embargo, esta idea ha afectado grandemente todo a su alrededor.

 

       El complejo del Yas Marina hotel en Abu Dhabi es un caso especial, porque lo que más veo en este es como el dinero mueve proyectos. El país quiere hacer una declaración, una declaración que viene con la construcción del hotel, con la iniciativa de traer la fórmula 1. Quieren mostrarle al mundo que no solo son capaces, si no que son imponentes, que tienen todo lo que un país del primer mundo pudiera desear, que están a su nivel. En este caso, la arquitectura se vuelve un medio de comunicación política y poder. Es interesante cómo tal obra fue estipulada para un periodo récord de dos años y las maravillas que se tuvieron que hacer para lograrlo en ese lapso. Si el proyecto no fuera para los clientes privilegiados, podríamos decidir si se hubiera hecho en el tiempo estipulado, si hubiera ocurrido tan siquiera. Pero esto sirve para mostrar el lado más superficial de la profesión, ese que muestra que a veces no construimos para la sociedad; construimos para el poder, sin importar.

 

      En conclusión, la arquitectura es un arte que se mueve entre lo público y lo privado, combinando estética, innovación y, muchas veces, intereses económicos y políticos. A lo largo de la historia, los edificios emblemáticos han capturado tanto las visiones artísticas como las dinámicas socioeconómicas de su tiempo. I. Estas obras no solo desafían lo convencional, sino que también funcionan como manifestaciones de poder e influencia, ya sea para el disfrute público o para intereses privados. La arquitectura entonces se convierte en un espejo de su contexto, demostrando cómo el deseo de imponer un legado puede ser tan fuerte como la necesidad de responder a las demandas del entorno y cómo el poder e impacto trascendental de esta no debe ser ignorado, pues hablamos de ellos incluso en el presente.


Referencias

Dupla. (2022, August 21). El Pabellón Barcelona, 1929. Arquine. https://arquine.com/pabellon-barcelona-1929/


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